Estimado Señor:
Me pongo en contacto con usted ante los correos de ayuda y solicitud de difusión acerca de una perra llamada Dana en el Centro de Menores de Montealegre de Ourense.
Me gustaría pedirle que tomase en consideración todas las muestras de apoyo hacia este animal que está recibiendo por parte de diferentes colectivos y particulares. Yo, especialmente y en nombre de nuestra asociación, me gustaría defender a Dana, ya que ella no tiene voz para hacerlo. Creo que de todo el mundo es conocida la capacidad de los animales domésticos como terapia ante los diferentes problemas de abandono y exclusión social que sufren algunos colectivos de nuestra sociedad. Los animales de compañía tales como perros o gatos hacen una excelente labor de socialización de personas mayores, discapacitados, y en este caso también de menores, ya que muestran valores y comportamientos éticos admirables como bondad, lealtad, cariño, responsabilidad, protección, etc. que en muchos casos no son demostrados por sus cuidadores ni familiares (y hablo con conocimiento de causa). Eh ahí, pues, una muestra de comportamiento ético admirable, y no por un humano, sino por un animal. Este es el caso de Dana.
No es responsable decir que un animal que supone un ejemplo ético y de comportamiento para un colectivo con riesgo de exclusión (recordemos que la perra persigue y ladra a los chicos que intentan escapar del centro y ellos lo ven como un ejemplo), sea sólo un gasto para el centro de menores y que no se pueda mantener. (Estoy segura de que muchas de las asociaciones protectoras de animales de Galicia no dudarían en correr con esos gastos).
Estoy de acuerdo con que se recorten gastos y con las medidas de austeridad ante los tiempos de crisis que nos ha tocado vivir, pero eliminar a Dana del Centro de Montealegre es como decirle a un jubilado que deje de tomar sus pastillas para el corazón o que en un hospital se dejen de atender el 10% de los enfermos que lleguen, porque se deben reducir los gastos.
Creo sinceramente que las medidas de recorte del gasto deben ser aplicadas racionalmente, y no sólo en términos monetarios. A veces las consecuencias de recortar un pequeño gasto, se traducen en tener que hacer frente a corto o largo plazo a gastos mayores (piense en qué pasaría en las personas que dejasen de tomar sus pastillas para el corazón, o los que no fuesen atendidos en el hospital, y como no, en los menores que mañana se integrarán en nuestra sociedad ¿qué valores enseñarán a sus hijos o qué comportamiento tendrán con su familia?). Piense ahora, con la mano en el corazón, el beneficio y ejemplo que dejarían de recibir esos chicos de Montealegre si Dana fuese excluída de su centro.
Lo que necesitan esos chicos son buenos ejemplos, no sólo de Dana ni de sus cuidadores, sino también de la Administración. Necesitan que les demuestren que la Administración vela por ellos, por su educación y sus intereses y que la ética para con ellos, y también con los animales, no es sólo un concepto teórico que se enseña en las escuelas vacío de contenido.
Por favor, no defraude a esos chicos.
Confiando en que tenga a bien considerar estas palabras y actuar en consecuencia, le saludo atentamente.
Carmen LLantada.
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