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viernes, 2 de octubre de 2009
Las mascotas, fuente de bienestar para los niños
Quienes se implican en el cuidado de un animal se hacen más responsables y adquieren una mayor competencia social
Las mascotas pueden convertirse en el mejor aliado de padres y educadores para la socialización de niños y adolescentes. Si al gran interés por los animales de compañía se une un cuidado adecuado, estos pueden ser una fuente indiscutible de salud psíquica y social para los más pequeños. Algunos psicólogos y psiquiatras infantiles ya usan animales en la atención a niños con diagnósticos de hiperactividad o accesos de ira.
Más que un compañero de juego
Es una reacción recíproca: los niños gustan a las mascotas, en general, y las mascotas -sobre todo los perros- a los niños. En el libro "Los niños necesitan animales de compañía", de Plataforma actual y la Fundación Affinity, Dieter Krowatschek, psicólogo infantil y escolar que trabaja en Marburgo (Alemania), explica que su interés por las mascotas se debe a diversas razones: son más curiosos que los adultos y menos precavidos al interactuar con otras especies; aprecian el hecho de que la mayoría se comporte de forma infantil, lo que les confiere una gran ventaja como compañeras de juego; y, entre todas ellas, se sienten atraídos en especial por los cachorros.
Todo esto explica que en España haya 22 millones de mascotas que conviven con los niños. Gracias a esta convivencia, los pequeños de la casa que se implican en su cuidado se hacen más responsables y adquieren una mayor competencia social. Además, según destaca Krowastschek, en la sociedad coetánea los animales de compañía pueden convertirse en grandes y afectuosos amigos, tanto para los niños como para los adolescentes incomprendidos, puesto que ayudan a suplir la ausencia de los padres que soportan largas jornadas laborales.
También ayudan a contrarrestar la perniciosa influencia de tantas horas de actividades en solitario, que favorecen la afición por los videojuegos o el ordenador, las películas de vídeo o la lectura de tebeos. Los niños y adolescentes que conviven con un animal de compañía se relacionan con él de una forma lúdica y tienen una oportunidad única de interactuar, jugar y conectar con otro ser vivo, así como de educarlo.
En el imaginario infantil, los niños se relacionan con distintos animales y adoptan roles o papeles diferentes: gracias a su desbordante capacidad de invención se ponen en la piel de cualquier especie, incluso, de dinosaurios extinguidos. En general, los osos de trapo y los peluches les fascinan por su gran parecido con las mascotas reales, por lo que es muy fácil que se identifiquen con ellos.
Perros y psicólogo infantil, un buen tándem
Los osos de peluche se utilizan en las consultas de psicología infantil para realizar ejercicios de proyección de la imagen de los niños. Se les explica que "ese osito regordete saca malas notas en la escuela, tiene problemas en el colegio o en casa". De esta forma, los pequeños se identifican con el muñeco de trapo, comprenden y detectan que esos son los problemas que ellos tienen. Otro paso que se ha dado en las consultas de los psicólogos infantiles para sacar provecho a este entendimiento natural entre niños y mascotas ha sido la incorporación de éstas a la sesión terapéutica.
El propio Krowatschek colabora con su perra border collie Fly en sus sesiones con niños hiperactivos o con otros problemas de conducta. Al estar presente, el psicólogo les interroga de manera más sencilla con preguntas indirectas del estilo "a Fly le gustaría saber... ". Así consigue que los niños respondan a cuestiones que de otro modo se callarían. El animal se convierte en un intermediario entre el niño y el psicólogo.
El psiquiatra y psicólogo infantil Boris Levinson, de Brooklyn (EE.UU.), fue quien descubrió la utilidad de los animales como ayuda terapéutica. A principios del siglo XX, observó que la presencia de su perro Jingles ayudaba a los niños autistas a abrirse. Más tarde, se ha confirmado su ayuda en la atención a menores con otros diagnósticos. La presencia de Fly en la consulta de Krowatschek tranquiliza a los niños hiperactivos y con accesos de ira. También se ha visto que los canes contribuyen de forma notable a la socialización de los niños con discapacidad. Cuando se les proporciona un perro para que les acompañe, son más aceptados y los otros niños se relacionan mejor con ellos.
por CLARA BASSI
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