viernes, 23 de octubre de 2009

La crisis mata de hambre


El globo ocular de Valor refleja un campo lleno de caballos famélicos o heridos. O ambos. Observa el mundo con su único ojo bueno. Su piel está lacerada por la falta de alimento. La carne asoma por pequeños agujeros en su pelaje. El caballo debería pesar unos 600 kilos. Cuando fue rescatado del completo desamparo pesaba 150. Es uno de los miles de caballos que se abandonan en España. Con distintos grados de crueldad. De odio o desprecio por la vida. Equinos con la cabeza cortada para sacarles el chip. O que dejan atados en cuadras sin gente, hambrientos, hasta que son sólo hueso y pellejo.

Los dejan a su suerte sin agua, ni comida. O son olvidados en picaderos que no pagan y que los dueños desesperados mandan al matadero. El único ojo de Valor, el caballo rescatado de la muerte, acusa. "La crisis hace que los abandonen masivamente y mueren de la manera más salvaje que jamás haya visto", lanza como un puñal Concordia Márquez, directora de la Asociación CYD Santa María, un centro de rescate de caballos único en España. Recibe una media de 20 solicitudes por abandono al día. Tiene 50 caballos en su albergue. "Si pudiera, en un solo mes habría rescatado más de 200". Valor acaricia a su heroína con el hocico.

Su antiguo dueño era el prototipo del hombre que abandona a su caballo actualmente. Llamémosle Simón. Hasta hace un año tenía un buen trabajo relacionado con el ladrillo. Vivía cómodamente y decidió comprar un caballo como colofón, el símbolo de su estatus de nuevo rico. Apenas se redujeron sus ingresos, decidió dejarlo a su suerte, a que fallezca de inanición.

"Sufren tanto y son tan nobles que no entienden cómo los dejan morir así", explica Concordia, la Salvadora de Caballos, como la llaman en Málaga. Recibe pedidos de rescate de toda Andalucía y Extremadura. "Tengo que rechazar solicitudes de picaderos con 150 ejemplares que nadie reclama. O de 70 un mes antes. Ya sólo podemos atender los casos más desesperados. Estamos desbordados y con lista de espera". Mientras habla, Valor se rasca el lomo quebrado. Aprieta los dientes con fuerza. Las costillas, con el movimiento, se dibujan perfectas.

El Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona) está al límite. "El aumento de denuncias de abandono de caballos se ha disparado un 30% por lo menos, aunque no hay estadísticas oficiales", reconoce un alto cargo. "Poco podemos hacer. No tenemos donde dejar los caballos que rescatamos". El oficial describe la barbarie.

"Encontramos un potro atado con una cadena. Su desesperación era tal que se la había clavado. Llevaba cinco o seis días solo. Su herida se había infectado. Tenía gusanos que recorrían la herida. Notamos la insensibilidad pero no sólo de los dueños. Un fiscal, incluso en casos como éste, se piensa demasiado el acusar al dueño por maltrato animal. Y esto es un delito. Tenemos que ser conscientes", dice intentando no perder la calma, pero con la voz a punto de quebrarse.

http://www.elmundo.es/elmundo/2009/10/15/espana/1255602274.html

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